lunes, 24 de octubre de 2005

Percepción del riesgo por accidentes automovilísticos

Percepción del riesgo por accidentes automovilísticos.


El riesgo está de moda. Terremotos, tsunamis, huracanes, incendios, guerras, accidentes aéreos, inundaciones, virus, sequías se constituyen en la primicia de todos los medios de comunicación. Todos en nuestras reuniones no podemos evitar el referirnos al Katrina, al Rita o al Wilma, centramos nuestra atención en las últimas cifras de muertos del terremoto de Cachemira o del último atentado en Irak, mientras nos invade el temor de la amenaza del virus aviar.

Todos queremos escribir sobre riesgos. Opinar o conceptuar en torno a un tema que dio origen a los estudios de CTS en las décadas del 60 y del 70 del siglo pasado en los Estados Unidos. El accidente en la central nuclear de Three Mile Island en 1979, impulsa a legos y no legos al estudio objetivo o subjetivo de los impactos de las viejas y nuevas tecnologías. Nacen organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, grupos académicos y no académicos, sitios de Internet, revistas y miles de artículos y publicaciones alrededor del riesgo. Se habla incluso de la ciencia del riesgo.

Se estudia el riesgo desde diferentes disciplinas. El enfoque técnico o ingenieril basa sus estudios en estructuras lógicas y matemáticas, los sociólogos hablan de constructos sociales, los psicólogos se preocupan del problema de la percepción y de las representaciones sociales, los antropólogos de la influencia cultural y los filósofos de la epistemología y ontología del riesgo.

Desde este rincón del riesgo, discutiremos en torno a algunos de los cientos de riesgos que son motivo de preocupación para el público en general, y de otros poco conocidos o poco divulgados, que merecen nuestra atención o de los cuales ignoramos que convivimos con ellos. El filósofo americano Larry Laudan tiene como primera regla para afrontar los riesgos: “Todo es riesgo”, regla que se refleja en las empresas actuales en la implementación de sus sistemas de administración de riesgos: “los riesgos no se eliminan se administran”.

En esta primera salida del rincón, nos acercaremos al riesgo asociado a accidentes automovilísticos. Hago claridad desde mi enfoque técnico, que el riesgo no es el accidente, es la probabilidad de la pérdida de vidas, de lesiones, heridas o contusiones, o la probabilidad de pérdida del patrimonio causado por los accidentes automovilísticos. Las personas aseguran el carro, no el accidente.

Este primer riesgo ha sido motivo de muchos estudios en búsqueda de causas y en la formulación de estrategias que permitan su minimización, pero a pesar de las múltiples estrategias empleadas, su magnitud no disminuye. Las estadísticas de accidentes de tránsito en todo el mundo, así lo demuestran. En Gran Bretaña, el uso del cinturón de seguridad disminuyó la tasa de mortalidad de conductores, pero aumentó el número de accidentes de tránsito y el número de muertes de pasajeros y peatones.

Según las estadísticas, los accidentes automovilísticos van en aumento, y por la fuerza de los impactos, los niños son los que sufren las consecuencias más graves. En Estados Unidos se registraba en 1985, un promedio de 45,000 muertos por accidentes automovilísticos, cifra superior a los muertos del reciente terremoto de Pakistán o el equivalente a un avión de 120 pasajeros estrellado diariamente durante un año.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 25% de todas las muertes debidas a lesiones son resultado de las lesiones causadas por accidentes de tránsito. Las principales causas de estas muertes incluyen el conducir bajo la influencia del alcohol (superior al 35% en Estados Unidos), manejar a alta velocidad y no usar el cinturón de seguridad.

En 2000, 1,2 millones de niños, mujeres y hombres murieron en todo el mundo en accidentes de tránsito. Por otra parte, las estadísticas actuales publicadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) muestran que Estados Unidos, Brasil, México, Colombia y Venezuela son las cinco naciones con el mayor número de muertes relacionadas con el tránsito. Según las últimas cifras disponibles, las muertes fueron en Estados Unidos 45.833 (durante el período 1997-1999), en Brasil 34.098 (durante el período 1996-1999) , en México 14.737 (durante el período 1998-2000), en Colombia 7.523 (durante el período 1996-1998) y en Venezuela 4.935 (durante el período 1998-2000)

En Estados Unidos, la sociedad más motorizada del mundo, los accidentes automovilísticos son la tercera causa de muerte de todas las edades, por debajo de las cardiopatías y el cáncer, según la Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en las Carreteras del Departamento de Transporte de Estados Unidos (NHTSA). La policía en 2002 informó unos 6,3 millones de choques de tránsito, en los que murieron 42.815 personas y más de 2,9 millones se lesionaron, según NHTSA.

Fuente: www.leveedistrictpolice.com

La OMS dijo en su informe a las Naciones Unidas que, además de las muertes, "cientos de miles más se lesionan en nuestros caminos, y algunos se convierten en discapacitados permanentes. La gran mayoría de esto ocurre en países en desarrollo, entre los peatones, los ciclistas, los motociclistas y los usuarios del transporte público, muchos de quienes nunca podría pagar un vehículo automotor privado".

Paul Slovic, profesor de psicología de la universidad de Oregón y autor del libro “la percepción del riesgo”, dice que el promedio de viajes en automóvil es de 50,000 a lo largo de nuestra vida. La probabilidad de muerte en un accidente automovilístico es de una persona por cada 140 que se accidentan, de tres personas accidentadas, una se lesiona seriamente.

Este público, dice Slovic, que fuma miles de millones de cigarrillos al año, prohíbe un dulcificante artificial debido a que una persona en un millón puede desarrollar un cáncer, el mismo público que consume comidas ricas en grasa, que habita por millones ciudades en zonas de alto riesgo sísmico, es el mismo que evita los océanos por temor a los tiburones y que suda frío montado en un avión.

Slovic ha realizado estudios a través de cuestionarios aplicados directamente a la gente acercándose a la opinión general sobre el riesgo. Caracteriza estos riesgos usando varias cualidades (controlabilidad, novedad, conocimiento, potencial catastrófico, impacto, etc.). La metodología utilizada se conoce como el "paradigma psicométrico”, la cual asume que los individuos entienden el riesgo en una forma subjetiva, influenciados por una amplia gama de factores psicológicos, sociales, institucionales y culturales. El paradigma precisa que con un diseño apropiado del instrumento de la encuesta, muchos de estos factores y de sus correlaciones se pueden cuantificar y modelar para entender mejor a los individuos y sus actitudes hacia los riesgos que afrontan.

A partir de estos estudios desde el enfoque psicológico, se concluye que la percepción pública del riesgo difiere de la percibida por los expertos. Los expertos se fundamentan en las estadísticas mientras que el público no lego, lo hace de acuerdo a factores subjetivos como el control individual del riesgo, el tiempo y el espacio de ocurrencia del riesgo, el miedo general al efecto catastrófico de algunos riesgos como los accidentes de los aviones o el de una central nuclear.

Una encuesta aplicada en la ciudad de Baltimore no se aleja de la percepción del riesgo en otras ciudades del mundo. En esta encuesta se relacionan sólo 30 de los muchos riesgos a los que estamos expuestos. Para los expertos, el riesgo que ocupa el primer lugar es el asociado a los accidentes automovilísticos, mientras que para el público, es el riesgo que representan las centrales nucleares. Se observan diferencias apreciables en la clasificación dada a los riesgos que conlleva la práctica algunos deportes.

A pesar de existir consenso frente a la clasificación del riesgo automovilístico, no lo hay en el temor al mismo. El público en general le teme más al viaje en avión que al viaje en automóvil. La aplicación de las matrices factoriales de Slovic en Chile, para los factores miedo al riesgo (factor 1) y desconocimiento del riesgo (factor 2), evidencia esta tendencia.

Para terminar, podemos concluir: “Nosotros, el público en general, somos irracionales y mal informados en torno al riesgo. No entendemos ni nos preocupan las estadísticas”