miércoles, 15 de marzo de 2006

Qué es esa cosa llamada riesgo

Qué es esa cosa llamada riesgo

¿Qué es esa cosa?

Este tipo de preguntas las encontramos permanentemente en nuestras relaciones con otros humanos que intentan percibir fenómenos del entorno que nos rodea, sea este natural o artificial. Es quizá la primera pregunta de nuestros hijos, con la seguridad de encontrar respuestas en sus padres a esas cosas del mundo que aún no comprenden. ¿Qué es eso?, es una pregunta reiterativa de mi hijo de dos años. Eso es una biblioteca, eso es árbol, eso es un computador, son las respuestas inmediatas a sus preguntas. Sólo cuando se amplía la descripción de la cosa cuestionada: eso es una biblioteca, allí se guardan libros, los libros son…, cesa la pregunta, evidenciando quizá una satisfacción en su infantil espíritu investigativo.

¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Es el título de un libro publicado por Alan Chalmers en 1976, pero más que dar respuesta a la pregunta, plantea otros interrogantes tales como la no existencia de un método que permita probar que las teorías científicas son verdaderas; este libro se constituye en un excelente texto de introducción a la filosofía de la ciencia. ¿Qué son las matemáticas? Es un libro escrito por Courant y Robins en 1941, pero tampoco responde directamente a la pregunta enunciada, su valor reside en la forma como acerca a los lectores a las matemáticas, sean estos principiantes, especialistas, profesores, ingenieros o filósofos. El mismo Einstein consideraba este libro como “una brillante exposición de los conceptos y métodos fundamentales de todo el ámbito de las matematicas”[1]


¿Qué es la ciencia? Es una pregunta que genera debates y discusiones en torno a su respuesta. León Olivé en su libro “El bien, el mal y la razón”, la considera una pregunta metacientífica, que se intenta responder desde fuera de la ciencia. Hay tres disciplinas, según Olivé, que se preocupan por analizar esta pregunta: la historia de la ciencia, la sociología de la ciencia y la filosofía de la ciencia.

Los conceptos de ciencia en general y de matemáticas en particular, no pueden definirse. Frente a la tendencia de definir “lo indefinible”, los juristas romanos eran sabios y radicalmente contrarios a las definiciones, para ellos, toda definición era peligrosa o como lo expresa Olivé: “cualquier intento de hacerlo, es decir, de establecer condiciones necesarias y suficientes que algo debe satisfacer para calificar como ciencia, corre el riesgo de abarcar demasiado o dejar muchas cosas por fuera”. Las definiciones son instrumentos de clarificación lingüística (basta darle una mirada al diccionario) y en ocasiones las definiciones son resultado de un análisis conceptual, pero no son el procedimiento para llegar a la esencia de la cosa, a la realidad de esa cosa.

¿Qué es esa cosa llamada riesgo?

Uno de los debates más importantes sobre la ciencia y la tecnología, es el que en las últimas décadas gira en torno al concepto de “riesgo”. No existe un acuerdo teórico entre lo que debe entenderse por riesgo. Es un concepto expuesto a discusiones sociales, políticas y técnicas.

Desde la mirada técnica, se define el riesgo como la probabilidad de ocurrencia de un evento con consecuencias positivas o negativas, siendo las negativas las más asociadas al riesgo. Este “riesgo objetivo” de los expertos, enmarcado en las dimensiones económicas y políticas, oculta la dimensión social del riesgo, bajo el falso supuesto del déficit cognitivo del público lego, el cual desde su “subjetividad”, sólo genera movimientos en contra de los desarrollos científico-tecnológicos.

Lo cierto es que en general no existe una clara noción de lo que es el riesgo. Su origen etimológico tiende a confundirlo con la palabra peligro: Risk (en inglés), rischio (en italiano), risque (en francés), risiko (en alemán) y riesgo (en español) provienen del “peligro” que representaban las rocas marinas (riscos) para lo marineros. Recientemente insté al filósofo León Olivé a que le preguntara a un estudiante chino, hospedado en el Instituto Tecnológico Metropolitano de Medellín, sobre lo que en China entienden por riesgo. La confusión es general, riesgo en China es “peligro”, su ideograma es un cuchillo. Sin embargo, una vez Olivé le clarifica lo que él entiende por riesgo: “una situación o suceso en el cual se pone en juego algo valioso para los seres humanos, incluyendo a los humanos mismos, y donde el resultado es incierto”[2], nuestro amigo chino contesta: “ah! Entonces riesgo es un peligro en potencia”.

El sociólogo Anthony Giddens, llama la atención en la diferencia entre peligro y riesgo: “peligro y riesgo van estrechamente relacionados, pero no son la misma cosa. La diferencia no depende del hecho de si un individuo sopesa o no conscientemente las alternativas al contemplar o tomar determinado curso de acción. Lo que el riesgo presupone es el peligro, no necesariamente el peligro mismo”, por su parte Niklas Luhmann, en Sociología del Riesgo dice que “exponerse a un peligro es un riesgo (riesgo en potencia)… No existe ninguna instancia última – ni siquiera invisible – en la que pudiera depositarse la incertidumbre denominada riesgo”. La incertidumbre misma, le da un carácter subjetivo al llamado “riesgo objetivo”, la probabilidad subjetiva del “riesgo objetivo” propicia una percepción inadecuada del riesgo. El riesgo no es real, es sólo una probabilidad, una predicción y algunas veces, como en los riesgos de origen biotecnológico, una incertidumbre.

Otros estudiosos del riesgo, no están de acuerdo en establecer una distinción entre el “riesgo objetivo” de los expertos y el “riesgo subjetivo” de nosotros los legos, Shrader-Frechette, Olivé, López Cerezo, Douglas y Wildavsky, entre otros, ven en la incertidumbre y en la percepción del riesgo, dos elementos fundamentales para acabar con esta distinción. El ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, refleja una sola percepción del riesgo en expertos y legos, ya no se trata de una probabilidad, no es un riesgo calculado, es “el riesgo hecho realidad”.

Desde el enfoque técnico se rescatan conceptos que permiten un acercamiento al concepto de riesgo y un posible consenso entre expertos y legos: la amenaza, la vulnerabilidad y el impacto. Independiente de fórmulas o de modelos estadísticos sofisticados, empleados por expertos financieros, ingenieros, tecnólogos, administradores, profesionales de la salud, estos conceptos sólo requieren de un poco de atención para entender que a mayor amenaza y mayor vulnerabilidad de un sistema biofísico, cultural o social, el impacto es mayor. Pero no se puede confundir impacto con riesgo, así lo haya denominado “riesgo hecho realidad”, denominación que surge mas desde la percepción del riesgo que del riesgo mismo. Tampoco se puede confundir amenaza con el evento, un terremoto per se no es una amenaza, un terremoto de magnitud 8.0 en la escala de Richter y con un foco superficial relativamente cercano a una ciudad cuyas edificaciones son vulnerables, es claramente una amenaza para dicha ciudad, clara por la experiencias vividas en recientes y añejos desastres, vulnerables porque no existe edificación “antisísmica”.

Alrededor del concepto de vulnerabilidad existe un mayor consenso. La vulnerabilidad está asociada directamente al daño o perjuicio (al impacto) que puede ocasionar la presencia de una amenaza. La UNDRO[3] la define como el grado de pérdida de un elemento o grupo de elementos bajo riesgo resultado de la probable ocurrencia de un evento desastroso, expresada en una escala desde 0 o sin daño a 1 o pérdida total. En general la vulnerabilidad refleja el nivel de exposición a la amenaza; una casa destechada es vulnerable a la lluvia, la cual es posible que no genere daños pero si un perjuicio, incomodidad o afectación temporal a los habitantes de la vivienda; un computador sin un antivirus actualizado es vulnerable a los nuevos virus; el déficit cognitivo de nosotros el público lego frente a las consecuencias que genera la presencia de la gripe aviar en Asia y Europa, constituye una vulnerabilidad de carácter social y económica.

Los expertos evalúan el riesgo desde estos tres conceptos, los dos primeros (amenaza y vulnerabilidad) denominados factores de riesgo y el tercero como lo que se pretende anticipar. “La magnitud de los impactos esperados de un evento, si el mismo ocurriera, y la probabilidad del evento y sus consecuencias asociadas, se evalúan en el contexto de los controles existentes. Las consecuencias y probabilidades se combinan para producir un nivel de riesgo. Estos impactos y probabilidades se pueden estimar utilizando análisis y cálculos estadísticos o alternativamente estimaciones subjetivas que reflejan el grado de convicción de un individuo o grupo de que podrá ocurrir un evento o resultado particular” (Estándar Australiano de Administración de Riesgos, AS/NZS 4360:1999).

Sin caer en el relativismo cultural de Douglas y Wildavsky, que sostienen que “las opiniones sobre el riesgo de los no expertos son del mismo valor que la de los expertos”, lo cierto es que en una sociedad democrática, “el riesgo percibido” por el público lego, debe ser tenido en cuenta. Los expertos desde sus escritorios no pueden desconocer la dimensión social del riesgo, sin pretender rechazar el conocimiento que los métodos científicos aportan a la evaluación de los riesgos, sino que en dicha evaluación la participación pública es, en palabras de Olivé, éticamente indispensable.

¡Dada la magnitud de la duda en torno al riesgo mismo, es un desatino no considerar la percepción pública del riesgo!



[1] "A lucid representation of the fundamental concepts and methods of the whole field of mathematics. It is an easily understandable introduction for the layman and helps to give the mathematical student a general view of the basic principles and methods."--Albert Einstein (on the first edition)

[2] León Olivé en “La democratización de la ciencia desde la perspectiva ética”, p.8

[3] UNDRO United Nations Disaster Relief Organization (Oficina de las Naciones Unidas para el Socorro en Casos de Desastre, hoy OCHA)

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